"Señor Presidente, Señores Delegados:
La representación de Cuba ante esta
Asamblea se complace en cumplir, en primer término, el agradable deber de
saludar la incorporación de tres nuevas naciones al importante número de las
que aquí discuten problemas del mundo. Saludamos, pues, en las personas de su
Presidente y Primeros Ministros, a los pueblos de Zambia, Malawi y Malta y
hacemos votos porque estos países se incorporen desde el primer momento al
grupo de naciones no alineadas que luchan contra el imperialismo, el
colonialismo y el neocolonialismo.
Hacemos llegar también nuestra
felicitación al Presidente de esta Asamblea, cuya exaltación a tan alto cargo
tiene singular significación, pues ella refleja esta nueva etapa histórica de
resonantes triunfos para los pueblos de Africa, hasta ayer sometidos al sistema
colonial del imperialismo y que hoy, en su inmensa mayoría, en el ejercicio
legítimo de su libre determinación, se han constituido en Estados soberanos. Ya
ha sonado la hora postrera del colonialismo y millones de habitantes de Africa,
Asia y América Latina se levantan al encuentro de una nueva vida e imponen su
irrestricto derecho a la autodeterminación y el desarrollo independiente de sus
naciones. Le deseamos, Señor Presidente, el mayor de los éxitos en la tarea que
le fuera encomendada por los países miembros.
Cuba viene a fijar su posición sobre
los puntos más importantes de controversia y lo hará con todo el sentido de la
responsabilidad que entraña el hacer uso de esta tribuna, pero, al mismo tiempo,
respondiendo al deber insoslayable de hablar con toda claridad y franqueza.
Quisiéramos ver desperezarse a esta
Asamblea y marchar hacia adelante, que las Comisiones comenzaran su trabajo y
que éste no se detuviera en la primera confrontación. El imperialismo quiere
convertir esta reunión en un vano torneo oratorio en vez de resolver los graves
problemas del mundo; debemos impedírselo. Esta Asamblea no debiera recordarse
en el futuro sólo por el número XIX que la identifica. A lograr ese fin van encaminados
nuestros esfuerzos.
Nos sentimos con el derecho y la
obligación de hacerlo debido a que nuestro país es uno de los puntos constantes
de fricción, uno de los lugares donde los principios que sustentan los derechos
de los países pequeños a su soberanía están sometidos a prueba día a día, y
minuto a minuto, al mismo tiempo, una de las trincheras de la libertad del
mundo situada a pocos pasos de imperialismo norteamericano para mostrar con su
acción, con su ejemplo diario, que los pueblos sí pueden liberarse y sí pueden
mantenerse libres en las actuales condiciones de la humanidad.
Desde luego, ahora existe un campo
socialista cada día más fuerte y con armas de contención más poderosas. Pero se
requieren condiciones adicionales para la supervivencia: mantener la cohesión
interna, tener fe en los propios destinos y decisión irrenunciable de luchar
hasta la muerte en defensa del país y de la revolución. En Cuba se dan esas
condiciones, Señores Delegados.
De todos los problemas candentes que
deben tratarse en esta Asamblea, uno de los que para nosotros tiene particular
significación y cuya definición creemos debe hacerse en forma que no deje dudas
a nadie, es el de la coexistencia pacífica entre Estados de diferentes
regímenes económico-sociales. Mucho se ha avanzado en el mundo en este campo;
pero el imperialismo — norteamericano sobre todo — ha pretendido hacer creer
que la coexistencia pacífica es de uso exclusivo de las grandes potencias de la
tierra.
Nosotros expresamos aquí lo mismo que
nuestro Presidente expresara en El Cairo y lo que después quedara plasmado en
la declaración de la
Segunda Conferencia de Jefes de Estado o de Gobierno de
países No Alineados: que no puede haber coexistencia pacífica entre poderosos
solamente, si se pretende asegurar la paz del mundo. La coexistencia pacífica
debe ejercitarse entre todos los Estados, independientemente de su tamaño, de
las anteriores relaciones históricas que los ligara y de los problemas que se
suscitaren entre algunos de ellos, en un momento dado.
Actualmente, el tipo de coexistencia
pacífica a que nosotros aspiramos no se cumple en multitud de casos. El reino
de Cambodia, simplemente por mantener una actitud neutral y no plegarse a las
maquinaciones del imperialismo norteamericano se ha visto sujeto a toda clase
de ataques alevosos y brutales partiendo de las bases que los yanquis tienen en
Vietnam del Sur. Laos, país dividido, ha sido objeto también de agresiones
imperialistas de todo tipo, su pueblo masacrado desde el aire, las convenciones
que se firmaran en Ginebra han sido violadas y parte del territorio está en
constante peligro de ser atacado a mansalva por las fuerzas imperialistas.
En estos instantes, sobre la República Democrática
de Vietnam pesa la amenaza de que los guerreristas norteamericanos extiendan
abiertamente sobre su territorio y su pueblo la guerra que, desde hace varios
años, están llevando a cabo contra el pueblo de Vietnam del Sur. La Unión Soviética y la República Popular
China han hecho advertencias serias a los Estados Unidos. Estamos frente a un
caso en el cual la paz del mundo está en peligro, pero, además, la vida de
millones de seres de toda esta zona del Asia está constantemente amenazada,
dependiendo de los caprichos del invasor norteamericano.
La coexistencia pacífica también se ha
puesto a prueba en una forma brutal en Chipre debido a presiones del gobierno
turco y de la OTAN ,
obligando a una heroica y enérgica defensa de su soberanía hecha por el pueblo
de Chipre y su gobierno. En todos estos lugares del mundo, el imperialismo
trata de imponer su versión de lo que debe ser la coexistencia; son los pueblos
oprimidos, en alianza con el campo socialista, los que le deben enseñar cuál es
la verdadera, y es obligación de las Naciones Unidas apoyarlos.
También hay que esclarecer que no
solamente en relaciones en las cuales están imputados Estados soberanos, los
conceptos sobre la coexistencia pacífica deben ser bien definidos. Como marxistas,
hemos mantenido que la coexistencia pacífica ente naciones no engloba la
coexistencia entre explotadores y explotados, entre opresores y oprimidos. Es,
además, un principio proclamado en el seno de esta Organización, el derecho a
la plena independencia contra todas las formas de opresión colonial. Por eso,
expresamos nuestra solidaridad hacia los pueblos, hoy coloniales, de la Guinea llamada portuguesa,
de Angola o Mozambique, masacrados por el delito de demandar su libertad y
estamos dispuestos a ayudarlos en la medida de nuestras fuerzas, de acuerdo con
la declaración del Cairo.
Expresamos nuestra solidaridad al
pueblo de Puerto Rico y su gran líder, Pedro Albizu Campos, el que, en un acto
más de hipocresía, ha sido dejado en libertad a la edad de 72 años, sin habla
casi, paralítico después de haber pasado en la cárcel toda una vida. Albizu
Campos es un símbolo de la
América todavía irredenta pero indómita. Años y años de
prisiones, presiones casi insoportables en la cárcel, torturas mentales, la soledad,
el aislamiento total de su pueblo y de su familia, la insolencia del
conquistador y de sus lacayos en la tierra que le vio nacer; nada dobló su
voluntad. La Delegación
de Cuba rinde, en nombre de su pueblo, homenaje de admiración y gratitud a un patriota
que dignifica a nuestra América.
Los norteamericanos han pretendido
durante años convertir a Puerto Rico en un espejo de cultura híbrida; habla
española con inflexiones en inglés, habla española con bisagras en el lomo para
inclinarlo ante el soldado yanqui. Soldados portorriqueños han sido empleados
como carne de cañón en guerras del imperio, como en Corea, y hasta para
disparar contra sus propios hermanos, como es la masacre perpetrada por el
ejército norteamericano, hace algunos meses, contra el pueblo inerme de Panamá
— una de las más recientes fechorías del imperialismo yanqui.
Sin embargo, a pesar de esa tremenda
violentación de su voluntad y su destino histórico, el pueblo de Puerto Rico ha
conservado su cultura, su carácter latino, sus sentimientos nacionales, que
muestran por sí mismos la implacable vocación de independencia yacente en las
masas de la isla latinoamericana.
También debemos advertir que el
principio de la coexistencia pacífica no entraña el derecho a burlar la
voluntad de los pueblos, como ocurre en el caso de la Guayana llamada británica,
en que el gobierno del Primer Ministro Cheddy Jagan ha sido víctima de toda
clase de presiones y maniobras y se ha ido dilatando el instante de otorgarle
la independencia, en la búsqueda de métodos que permitan burlar los deseos
populares y asegurar la docilidad de un gobierno distinto al actual colocado
allí por turbios manejos, para entonces otorgar una libertad castrada a este
pedazo de tierra americana.
Cualesquiera que sean los caminos que la Guayana se vea obligada a
seguir para obtenerla, hacia su pueblo va el apoyo moral y militante de Cuba.
Debemos señalar, asimismo, que las islas de Guadalupe y Martinica están
luchando por su autonomía desde hace tiempo, sin lograrla, y ese estado de cosas
no debe seguir.
Una vez más elevamos nuestra voz para
alertar al mundo sobre lo que está ocurriendo en Sur Africa; la brutal política
del "Apartheid" se aplica ante los ojos de las naciones del mundo. Los pueblos
de Africa se ven obligados a soportar que en ese continente todavía se
oficialice la superioridad de una raza sobre otra, que se asesine impunemente
en nombre de esa superioridad racial. ¿Las Naciones Unidas no harán nada para
impedirlo?
Quería referirme específicamente al
doloroso caso del Congo, único en la historia del mundo moderno, que muestra
cómo se pueden burlar con la más absoluta impunidad, con el cinismo más
insolente, el derecho de los pueblos. Las ingentes riquezas que tiene el Congo
y que las naciones imperialistas quieren mantener bajo su control son los
motivos directos de todo esto. En la intervención que hubiera de hacer, a raíz
de su primera visita a las Naciones Unidas, el compañero Fidel Castro advertía
que todo el problema de la coexistencia entre las naciones se reducía al
problema de la apropiación indebida de riquezas ajenas, y hacía la advocación
siguiente: “cese la filosofía del despojo y cesará la filosofía de la guerra”.
Pero la filosofía del despojo no sólo no ha cesado, sino que se mantiene más
fuerte que nunca y, por eso, los mismos que utilizaron el nombre de las
Naciones Unidas para perpetrar el asesinato de Lumumba, hoy, en nombre de la
defensa de la raza blanca, asesinan a millares de congoleños.
¿Cómo es posible que olvidemos la forma
en que fue traicionada la esperanza que Patricio Lumumba puso en las Naciones
Unidas? ¿Cómo es posible que olvidemos los rejuegos y maniobras que sucedieron
a la ocupación de ese país por las tropas de las Naciones Unidas, bajo cuyos
auspicios actuaron impunemente los asesinos del gran patriota africano?
¿Cómo podremos olvidar, Señores
Delegados, que quien desacató la autoridad de las Naciones Unidas en el Congo,
y no precisamente por razones patrióticas, sino en virtud de pugnas entre
imperialistas, fue Moisé Tshombe, que inició la secesión de Katanga con el
apoyo belga?
¿Y cómo justificar, cómo explicar que,
al final de toda la acción de las Naciones Unidas, Tshombe, desalojado de
Katanga, regrese dueño y señor del Congo? ¿Quién podría negar el triste papel
que los imperialistas obligaron a jugar a la Organización de
Naciones Unidas?
En resumen se hicieron aparatosas
movilizaciones para evitar la escisión de Katanga y hoy Tshombe está en el
poder, las riquezas del Congo en manos imperialistas... y los gastos deben
pagarlos las naciones dignas. ¡Qué buen negocio hacen los mercaderes de la
guerra! Por eso, el gobierno de Cuba apoya la justa actitud de la Unión Soviética ,
al negarse a pagar los gastos del crimen.
Para colmo de escarnio, nos arrojan
ahora al rostro estas últimas acciones que han llenado de indignación al mundo.
¿Quiénes son los autores? Paracaidistas
belgas, transportados por aviones norteamericanos que partieron de bases
inglesas. Nos recordamos que ayer, casi, veíamos a un pequeño país de Europa,
trabajador y civilizado, el reino de Bélgica, invadido por las hordas
hitlerianas; amargaba nuestra conciencia el saber de ese pequeño pueblo
masacrado por el imperialismo germano y lo veíamos con cariño. Pero esta otra
cara de la moneda imperialista era la que muchos no percibíamos.
Quizás hijos de patriotas belgas que
murieran por defender la libertad de su país, son los que asesinaran a mansalva
a millares de congoleños en nombre de la raza blanca, así como ellos sufrieron
la bota germana porque su contenido de sangre aria no era suficientemente
elevado.
Nuestros ojos libres se abren hoy a
nuevos horizontes y son capaces de ver lo que ayer nuestra condición de
esclavos coloniales nos impedía observar; que la "civilización" occidental»
esconde bajo su vistosa fachada un cuadro de hienas y chacales. Porque nada más
que ese nombre merecen los que han ido a cumplir tan "humanitarias" tareas al
Congo. Animal carnicero que se ceba en los pueblos inermes; eso es lo que hace
el imperialismo con el hombre, eso es lo que distingue al "blanco" imperial.
Todos los hombres libres del mundo
deben aprestarse a vengar el crimen del Congo.
Quizás muchos de aquellos soldados,
convertidos en subhombres por la maquinaria imperialista, piensen de buena fe
que están defendiendo los derechos de una raza superior; pero en esta Asamblea
son mayoritarios los pueblos que tienen sus pieles tostadas por distintos
soles, coloreadas por distintos pigmentos, y han llegado a comprender
plenamente que la diferencia entre los hombres no está dada por el color de la piel,
sino por las formas de propiedad de los medios de producción, por las
relaciones de producción.
La delegación cubana hace llegar su
saludo a los pueblos de Rhodesia del Sur y Africa Sudoccidental, oprimidos por
minorías de colonos blancos. A Basutolandia, Bechuania y Swazilandia, a la Somalia francesa, al
pueblo árabe de Palestina, a Adén y los protectorados, a Omán y a todos los
pueblos en conflicto con el imperialismo o el colonialismo y les reitera su
apoyo. Formula además votos por una justa solución al conflicto que la hermana
República de Indonesia encara con Malasia.
Señor Presidente: uno de los temas
fundamentales de esta Conferencia es el del desarme general y completo.
Expresamos nuestro acuerdo con el desarme general y completo; propugnamos además,
la destrucción total de los artefactos termonucleares y apoyamos la celebración
de una conferencia de todos los países del mundo para llevar a cabo estas
aspiraciones de los pueblos. Nuestro Primer Ministro advertía, en su
intervención ante esta Asamblea, que siempre las carreras armamentistas han
llevado a la guerra. Hay nuevas potencias atómicas en el mundo; las
posibilidades de una confrontación crecen.
Nosotros consideramos que es necesaria
esta conferencia con el objetivo de lograr la destrucción total de las armas
termonucleares y, como primera medida, la prohibición total de las pruebas. Al
mismo tiempo, debe establecerse claramente la obligación de todos los países de
respetar las actuales fronteras de otros estados; de no ejercer acción agresiva
alguna, aun cuando sea con armas convencionales.
Al unirnos a la voz de todos los países
del mundo que piden el desarme general y completo, la destrucción de todo el
arsenal atómico, el cese absoluto de la fabricación de nuevos artefactos
termonucleares y las pruebas atómicas de cualquier tipo, creemos necesario
puntualizar que, además, debe también respetarse la integridad territorial de
las naciones y debe detenerse el brazo armado del imperialismo, no menos
peligroso porque solamente empuñe armas convencionales. Quienes asesinaron
miles de indefensos ciudadanos del Congo, no se sirvieron del arma atómica; han
sido armas convencionales, empuñadas por el imperialismo, las causantes de
tanta muerte.
Aun cuando las medidas aquí
preconizadas, de hacerse efectivas, harían inútil la mención, es conveniente
recalcar que no podemos adherirnos a ningún pacto regional de desnuclearización
mientras Estados Unidos mantenga bases agresivas en nuestro propio territorio,
en Puerto Rico, Panamá, y otros estados americanos donde se considera con
derecho a emplazar, sin restricción alguna, tanto armas convencionales que
nucleares. Descontando que las últimas resoluciones de la OEA , contra nuestro país, al
que se podría agredir invocando el Tratado de Río, hace necesaria la posesión
de todos los medios defensivos a nuestro alcance.
Creemos que, si la conferencia de que
hablábamos lograra todos esos objetivos, cosa difícil, desgraciadamente, sería
la más trascendental en la historia de la humanidad. Para asegurar esto sería
preciso contar con la presencia de la República Popular
China, y de ahí el hecho obligado de la realización de una reunión de ese tipo.
Pero sería mucho más sencillo para los pueblos del mundo reconocer la verdad
innegable de que existe la
República Popular China, cuyos gobernantes son representantes
únicos de su pueblo y darle el asiento a ella destinado, actualmente usurpado
por la camarilla que con apoyo norteamericano mantiene en su poder la provincia
de Taiwan.
El problema de la representación de
China en las Naciones Unidas no puede considerarse en modo alguno como el caso
de un nuevo ingreso en la
Organización sino de restaurar los legítimos derecho de la República Popular
China.
Debemos repudiar enérgicamente el
complot de las "dos Chinas". La camarilla Chiangkaishekista de Taiwan no puede
permanecer en la
Organización de las Naciones Unidas. Se trata, repetimos, de
expulsar al usurpador e instalar al legítimo representante del pueblo chino.
Advertimos además contra la insistencia
del Gobierno de los Estados Unidos en presentar el problema de la legítima
representación de China en la ONU
como una "cuestión importante" al objeto de imponer el quórum extraordinario de
votación de las dos terceras partes de los miembros presentes y votantes.
El ingreso de la República Popular
China al seno de las Naciones Unidas es realmente una cuestión importante para
el mundo en su totalidad, pero no para el mecanismo de las Naciones Unidas
donde debe constituir una mera cuestión de procedimiento. De esta forma se haría
justicia, pero casi tan importante como hacer justicia quedaría, además,
demostrado de una vez que esta augusta asamblea tiene ojos para ver, oídos para
oír, lengua propia para hablar, criterio certero para elaborar decisiones.
La difusión de armas atómicas entre los
países de la OTAN
y, particularmente, la posesión de estos artefactos de destrucción en masa por la República Federal
Alemana, alejarían más aún la posibilidad de un acuerdo sobre el desarme, y
unido a estos acuerdos va el problema de la reunificación pacífica de Alemania.
Mientras no se logre un entendimiento claro, debe reconocerse la existencia de
dos Alemanias, la
República Democrática Alemana y la República Federal.
El problema alemán no puede arreglarse si no es con la participación directa en
las negociaciones de la República Democrática Alemana, con plenos
derechos.
Tocaremos solamente los temas sobre
desarrollo económico y comercio internacional que tienen amplia representación
en la agenda. En este mismo año del 64 se celebró la Conferencia de Ginebra
donde se trataron multitud de puntos relacionados con estos aspectos de las
relaciones internacionales. Las advertencias y predicciones de nuestra
delegación se han visto confirmadas plenamente, para desgracia de los países
económicamente dependientes.
Sólo queremos dejar señalado que, en lo
que a Cuba respecta, los Estados Unidos de América no han cumplido
recomendaciones explícitas de esa Conferencia y, recientemente, el Gobierno
norteamericano prohibió también la venta de medicinas a Cuba, quitándose
definitivamente la máscara de humanitarismo con que pretendió ocultar el
carácter agresivo que tiene el bloqueo contra el pueblo de Cuba.
Por otra parte, expresamos una vez más
que las lacras coloniales que detienen el desarrollo de los pueblos no se
expresan solamente en relaciones de índole política: el llamado deterioro de
los términos de intercambio no es otra cosa que el resultado del intercambio
desigual entre países productores de materia prima y países industriales que
dominan los mercados e imponen la aparente justicia de un intercambio igual de
valores.
Mientras los pueblos económicamente
dependientes no se liberen de los mercados capitalistas y, en firme bloque con
los países socialistas, impongan nuestras relaciones entre explotadores y
explotados, no habrá desarrollo económico sólido, y se retrocederá, en ciertas
ocasiones volviendo a caer los países débiles bajo el domino político de los
imperialistas y colonialistas.
Por último, Señores Delegados, hay que
establecer claramente que se están realizando en el área del Caribe manobras y
preparativos para agredir a Cuba. En las costas de Nicaragua sobre todo, en
Costa Rica también, en la zona del Canal de Panamá, en las Islas Vieques de
Puerto Rico, en la Florida ;
probablemente, en otros puntos del territorio de los Estados Unidos y, quizás,
también en Honduras, se están entrenando mercenarios cubanos y de otras
nacionalidades con algún fin que no debe ser el más pacífico.
Después de un sonado escándalo, el
Gobierno de Costa Rica, se afirma, ha ordenado la liquidación de todos los
campos de adiestramiento de cubanos exiliados en ese país. Nadie sabe si esa
actitud es sincera o si constituye una simple coartada, debido a que los
mercenarios entrenados allí estén a punto de cometer alguna fechoría. Esperamos
que se tome clara conciencia de la existencia real de bases de agresión, lo que
hemos denunciado desde hace tiempo, y se medite sobre la responsabilidad
internacional que tiene el gobierno de un país que autoriza y facilita el
entrenamiento de mercenarios para atacar a Cuba.
Es de hacer notar que las noticias
sobre el entrenamiento de mercenarios en distintos puntos del Caribe y la
participación que tiene en tales actos el Gobierno norteamericano se dan con
toda naturalidad en los periódicos de los Estados Unidos. No sabemos de ninguna
voz latinoamericana que haya protestado oficialmente por ello. Esto nos muestra
el cinismo con que manejan los Estados Unidos a sus peones. Los sutiles
Cancilleres de la OEA
que tuvieron ojos para ver escudos cubanos y encontrar pruebas «irrefutables»
en las armas yanquis exhibidas en Venezuela, no ven los preparativos de
agresión que se muestran en los Estados Unidos, como no oyeron la voz del
presidente Kennedy que se declaraba explícitamente agresor de Cuba en Playa
Girón.
En algunos casos es una ceguera
provocada por el odio de las clases dominantes de países latinoamericanos sobre
nuestra Revolución; en otros, más tristes aún, es producto de los deslumbrantes
resplandores de Mammon.
Como es de todos conocido, después de
la tremenda conmoción llamada crisis del Caribe, los Estados Unidos contrajeron
con la Unión Soviética
determinados compromisos que culminaron en la retirada de cierto tipo de armas
que las continuas agresiones de aquel país — como el ataque mercenario de Playa
Girón y las amenazas de invadir nuestra patria — nos obligaron a emplazar en
Cuba en acto de legítima e irrenunciable defensa.
Pretendieron los norteamericanos,
además, que las Naciones Unidas inspeccionaran nuestro territorio, a lo que nos
negamos enfáticamente, ya que Cuba no reconoce el derecho de los Estados
Unidos, ni de nadie en el mundo, a determinar el tipo de armas que pueda tener
dentro de sus fronteras.
En este sentido, sólo acataríamos
acuerdos multilaterales, con iguales obligaciones para todas las partes.
Como ha dicho Fidel Castro:
"Mientras el concepto de soberanía exista como prerrogativa de las
naciones y de los pueblos independientes; como derecho de todos los pueblos,
nosotros no aceptamos la exclusión de nuestro pueblo de ese derecho. Mientras
el mundo se rija por esos principios, mientras el mundo se rija por esos
conceptos que tengan validez universal, porque son universalmente aceptados y
consagrados por los pueblos, nosotros no aceptaremos que se nos prive de ninguno
de esos derechos, nosotros no renunciaremos a ninguno de esos derechos".
El señor Secretario General de las
Naciones Unidas, U Thant, entendió nuestras razones. Sin embargo, los Estados
Unidos pretendieron establecer una nueva prerrogativa arbitraria e ilegal: la
de violar el espacio aéreo de cualquier país pequeño. Así han estado surcando
el aire de nuestra patria aviones U-2 y otros tipos de aparatos espías que, con
toda impunidad, navegan en nuestro espacio aéreo. Hemos hecho todas las
advertencias necesarias para que cesen las violaciones aéreas, así como las
provocaciones que los marinos yanquis hacen contra nuestras postas de
vigilancia en la zona de Guantánamo, los vuelos rasantes de aviones sobre
buques nuestros o de otras nacionalidades en aguas internacionales, los ataques
piratas a barcos de distintas banderas y las infiltraciones de espías,
saboteadores y armas en nuestra isla.
Nosotros queremos construir el
socialismo; nos hemos declarado partidarios de los que luchan por la paz; nos
hemos declarado dentro del grupo de países no alineados, a pesar de ser
marxistas leninistas, porque los no alineados, como nosotros, luchan contra el
imperialismo. Queremos paz, queremos construir una vida mejor para nuestro
pueblo y, por eso, eludimos al máximo caer en las provocaciones maquinadas por
los yanquis, pero conocemos la mentalidad de sus gobernantes; quieren hacernos
pagar muy caro el precio de esa paz. Nosotros contestamos que ese precio no
puede llegar más allá de las fronteras de la dignidad.
Y Cuba reafirma, una vez más, el
derecho a tener en su territorio las armas que le conviniere y su negativa a
reconocer el derecho de ninguna potencia de la tierra, por potente que sea, a
violar nuestro suelo, aguas jurisdiccionales o espacio aéreo.
Si en alguna asamblea Cuba adquiere
obligaciones de carácter colectivo, las cumplirá fielmente; mientras esto no
suceda, mantiene plenamente todos sus derechos, igual que cualquier otra
nación.
Ante las exigencias del imperialismo,
nuestro Primer Ministro planteó los cinco puntos necesarios para que existiera
una sólida paz en el Caribe. Estos son:
"Primero: Cese del bloqueo
económico y de todas las medidas de presión comercial y económica que ejercen
los Estados Unidos en todas partes del mundo contra nuestro país.
Segundo: Cese de todas las actividades
subversivas, lanzamiento y desembarco de armas y explosivos por aire y mar,
organización de invasiones mercenarias, filtración de espías y saboteadores,
acciones todas que se llevan a cabo desde el territorio de los Estados Unidos y
de algunos países cómplices.
Tercero: Cese de los ataques piratas
que se llevan a cabo desde bases existentes en los Estados Unidos y en Puerto
Rico.
Cuarto: Cese de todas las violaciones
de nuestro espacio aéreo y naval por aviones y navíos de guerra
norteamericanos.
Quinto: Retirada de la Base Naval de
Guantánamo y devolución del territorio cubano ocupado por los Estados
Unidos".
No se ha cumplido ninguna de estas
exigencias elementales, y desde la Base Naval de Guantánamo, continúa el
hostigamiento de nuestras fuerzas. Dicha Base se ha convertido en guarida de
malhechores y catapulta de introducción de éstos en nuestro territorio.
Cansaríamos a esta Asamblea si
hiciéramos un relato medianamente detallado de la multitud de provocaciones de
todo tipo. Baste decir que el número de ellas, incluidos los primeros días de
este mes de diciembre, alcanza la cifra de 1.323, solamente en 1964.
La lista abarca provocaciones menores,
como violación de la línea divisoria, lanzamiento de objetos desde territorio
controlado por los norteamericanos, realización de actos de exhibicionismo
sexual por norteamericanos de ambos sexos, ofensas de palabra; otros de
carácter más grave como disparos de armas de pequeño calibre, manipulación de
armas apuntando a nuestro territorio y ofensas a nuestra enseña nacional;
provocaciones gravísimas son: el cruce de la línea divisoria provocando
incendios en instalaciones del lado cubano y disparos con fusiles, hecho
repetido 78 veces durante el año, con el saldo doloroso de la muerte del
soldado Ramón López Peña, de resultas de dos disparos efectuados por las postas
norteamericanas situadas a 3,5 kilómetros de la costa por el límite noroeste.
Esta gravísima provocación fue hecha a
las 19:07, del día 19 de julio de 1964, y el Primer Ministro de nuestro
Gobierno manifestó públicamente, el 26 de Julio, que de repetirse el hecho, se
daría orden a nuestras tropas de repeler la agresión. Simultáneamente, se
ordenó el retiro de las líneas de avanzada de las fuerzas cubanas hacia
posiciones más alejadas de la divisoria y la construcción de casamatas
adecuadas.
1.323 provocaciones en 340 días
significan aproximadamente 4 diarias. Sólo un ejército perfectamente
disciplinado y con la moral del nuestro puede resistir tal cúmulo de actos
hostiles sin perder la ecuanimidad.
47 países reunidos en la Segunda Conferencia
de Jefes de Estado o de Gobierno de países No Alineados, en El Cairo,
acordaron, por unanimidad:
"La Conferencia
advirtiendo con preocupación que las bases militares extranjeras constituyen,
en la práctica, un medio para ejercer presión sobre las naciones, y entorpecen
su emancipación y su desarrollo, según sus concepciones ideológicas, políticas,
económicas y culturales, declara que apoya sin reserva a los países que tratan
de lograr la supresión de las bases extranjeras establecidas en su territorio y
pide a todos los Estados la inmediata evacuación de las tropas y bases que
tienen en otros países.
El gobierno de los Estados Unidos no ha
respondido a esa instancia de la
Conferencia de El Cairo y pretende mantener indefinidamente
ocupado por la fuerza un pedazo de nuestro territorio, desde el cual lleva a
cabo agresiones como las detalladas anteriormente.
A aquella medida se opusieron con sus
votos los países de Uruguay, Bolivia, Chile y México; y se opuso a cumplir la
sanción, una vez aprobada, el gobierno de los Estados Unidos Mexicanos; desde
entonces no tenemos relaciones con países latinoamericanos salvo con aquel
Estado, cumpliéndose así una de las etapas previas de la agresión directa del
imperialismo.
Queremos aclarar, una vez más, que
nuestra preocupación por Latinoamérica está basada en los lazos que nos unen:
la lengua que hablamos, la cultura que sustentamos, el amo común que tuvimos.
Que no nos anima otra causa para desear la liberación de Latinoamérica del yugo
colonial norteamericano. Si alguno de los países latinoamericanos aquí
presentes decidiera restablecer relaciones con Cuba, estaríamos dispuestos a
hacerlo sobre bases de igualdad y no con el criterio de que es una dádiva a
nuestro gobierno el reconocimiento como país libre del mundo, porque ese
reconocimiento lo obtuvimos con nuestra sangre en los días de la lucha de
liberación, lo adquirimos con sangre en la defensa de nuestras playas frente a
la invasión yanqui.
Aun cuando nosotros rechazamos que se
nos pretenda atribuir ingerencias en los asuntos internos de otros países, no
podemos negar nuestra simpatía hacia los pueblos que luchan por su liberación y
debemos cumplir con la obligación de nuestro gobierno y nuestro pueblo de
expresar contundentemente al mundo que apoyamos moralmente y nos solidarizamos
con los pueblos que luchan en cualquier parte del mundo para hacer realidad los
derechos de soberanía plena proclamados en la Carta de las Naciones Unidas.
Los Estados Unidos sí intervienen; lo
han hecho históricamente en América. Cuba conoce desde fines del siglo pasado
esta verdad, pero la conocen también Colombia, Venezuela, Nicaragua y la América Central en
general, México, Haití, Santo Domingo.
En años recientes, además de nuestro
pueblo, conocen de la agresión directa Panamá, donde los "marines" del Canal
tiraron a mansalva sobre el pueblo inerme; Santo Domingo, cuyas costas fueron
violadas por la flota yanqui para evitar el estallido de la justa ira popular,
luego del asesinato de Trujillo; y Colombia, cuya capital fue tomada por asalto
a raíz de la rebelión provocada por el asesinato de Gaitán.
Se producen intervenciones solapadas
por intermedio de las misiones militares que participan en la represión
interna, organizando las fuerzas destinadas a ese fin en buen número de países,
y también en todos los golpes de estado, llamados "gorilazos", que
tantas veces se repitieron en el continente americano durante los últimos
tiempos.
Concretamente, intervienen fuerzas de
los Estados Unidos en la represión de los pueblos de Venezuela, Colombia y
Guatemala que luchan con las armas por su libertad. En el primero de los países
nombrados, no sólo asesoran al ejército y a la policía, sino que también
dirigen los genocidios efectuados desde el aire contra la población campesina
de amplias regiones insurgentes y, las compañías yanquis instaladas allí, hacen
presiones de todo tipo para aumentar la ingerencia directa.
Los imperialistas se preparan a
reprimir a los pueblos americanos y están formando la internacional del crimen.
Los Estados Unidos intervienen en América invocando la defensa de las
instituciones libres. Llegará el día en que esta Asamblea adquiera aún más
madurez y le demande al gobierno norteamericano garantías para la vida de la
población negra y latinoamericana que vive en este país, norteamericanos de
origen o adopción, la mayoría de ellos.
¿Cómo puede constituirse en gendarme de
la libertad quien asesina a sus propios hijos y los discrimina diariamente por
el color de la piel, quien deja en libertad a los asesinos de los negros, los
protege además, y castiga a la población negra por exigir el respeto a sus
legítimos derechos de hombres libres?
Comprendemos que hoy la Asamblea no está en
condiciones de demandar explicaciones sobre hechos, pero debe quedar claramente
sentado que el gobierno de los Estados Unidos no es gendarme de la libertad,
sino perpetuador de la explotación y la opresión contra los pueblos del mundo y
contra buena parte de su propio pueblo.
Al lenguaje anfibológico con que
algunos delegados han dibujado el caso de Cuba y la OEA nosotros contestamos con
palabras contundentes y proclamamos que los pueblos de América cobrarán a los
gobiernos entreguistas su traición.
Cuba, señores delegados, libre y
soberana, sin cadenas que la aten a nadie, sin inversiones extranjeras en su
territorio, sin procónsules que orienten su política, puede hablar con la
frente alta en esta Asamblea y demostrar la justeza de la frase con que la
bautizaran: "Territorio Libre de América".
Nuestro ejemplo fructificará en el
Continente como lo hace ya, en cierta medida en Guatemala, Colombia y
Venezuela.
No hay enemigo pequeño ni fuerza
desdeñable, porque ya no hay pueblos aislados. Como establece la Segunda Declaración
de La Habana : "Ningún pueblo de América Latina es débil, porque forma parte de una familia de
doscientos millones de hermanos que padecen las mismas miserias, albergan los
mismos sentimientos, tienen el mismo enemigo, sueñan todos un mismo mejor
destino y cuentan con la solidaridad de todos los hombres y mujeres honrados
del mundo".
Esta epopeya que tenemos delante la van
a escribir las masas hambrientas de indios, de campesinos sin tierra, de
obreros explotados; la van a escribir las masas progresistas, los intelectuales
honestos y brillantes que tanto abundan en nuestras sufridas tierras de América
Latina. Lucha en masas y de ideas, epopeya que llevarán adelante nuestros
pueblos maltratados y despreciados por el imperialismo, nuestros pueblos
desconocidos hasta hoy, que ya empiezan a quitarle el sueño. Nos consideraban
rebaño impotente y sumiso y ya se empieza a asustar de ese rebaño, rebaño
gigante de doscientos millones de latinoamericanos en los que advierte ya sus
sepultureros el capital monopolista yanqui.
La hora de su reivindicación, la hora
que ella misma se ha elegido, la vienen señalando con precisión también de un
extremo a otro del Continente. Ahora esta masa anónima, esta América de color,
sombría, taciturna, que canta en todo el Continente con una misma tristeza y
desengaño, ahora esta masa es la que empieza a entrar definitivamente en su
propia historia, la empieza a escribir con su sangre, la empieza a sufrir y a
morir, porque ahora los campos y las montañas de América, por las faldas de sus
sierras, por sus llanuras y sus selvas, entre la soledad o el tráfico de las ciudades,
en las costas de los grandes océanos y ríos, se empieza a estremecer este mundo
lleno de corazones con los puños calientes de deseos de morir por lo suyo, de
conquistar sus derechos casi quinientos años burlados por unos y por otros.
Ahora sí la historia tendrá que contar
con los pobres de América, con los explotados y vilipendiados, que han decidido
empezar a escribir ellos mismos, para siempre, su historia. Ya se los ve por
los caminos un día y otro, a pie, en marchas sin término de cientos de kilómetros,
para llegar hasta los "olimpos" gobernantes a recabar sus derechos.
Ya se les ve, armados de piedras, de palos, de machetes, en un lado y otro,
cada día, ocupando las tierras, afincando sus garfios en las tierras que les
pertenecen y defendiéndolas con sus vidas; se les ve, llevando sus cartelones,
sus banderas, sus consignas; haciéndolas correr en el viento, por entre las
montañas o a lo largo de los llanos.
Y esa ola de estremecido rencor, de
justicia reclamada, de derecho pisoteado, que se empieza a levantar por entre
las tierras de Latinoamérica, esa ola ya no parará más. Esa ola irá creciendo
cada día que pase. Porque esa ola la forman los más, los mayoritarios en todos
los aspectos, los que acumulan con su trabajo las riquezas, crean los valores,
hacen andar las ruedas de la historia y que ahora despiertan del largo sueño
embrutecedor a que los sometieron.
Porque esta gran humanidad ha dicho
"¡Basta!" y ha echado a andar. Y su marcha, de gigantes, ya no se
detendrá hasta conquistar la verdadera independencia, por la que ya han muerto
más de una vez inútilmente. Ahora, en todo caso, los que mueran, morirán como
los de Cuba, los de Playa Girón, morirán por su única, verdadera e
irrenunciable independencia.
Todo eso, Señores Delegados, esta
disposición nueva de un continente, de América, está plasmada y resumida en el
grito que, día a día, nuestras masas proclaman como expresión irrefutable de su
decisión de lucha, paralizando la mano armada del invasor. Proclama que cuenta
con la comprensión y el apoyo de todos los pueblos del mundo y especialmente,
del campo socialista, encabezado por la Unión Soviética.
Esa proclama es: Patria o muerte.
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